Renunciamos menos a los estudios –la tasa de abandono escolar temprano se situó en 2020 en el 16%, la cifra más baja contabilizada en España–; cada año aumenta el porcentaje de personas que alcanza la educación superior –el año pasado ascendió al 44,8% entre quienes tienen de 30 a 34 años–; y además consideramos muy importante seguir formándonos a cualquier edad –el 11% de la población de 25 a 64 años siguió algún tipo de formación en las cuatro últimas semanas.
Pero que le estemos dando a la educación un lugar preferente no significa que no haya aspectos de ella que podamos mejorar, como ha puesto en evidencia la pandemia. «En algunos ámbitos, la educación no ha avanzado lo suficiente como exigían los cambios externos al propio sistema educativo», afirma Albert Sangrà, catedrático de Educación y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Para hablar de esos avances necesarios de cara al futuro de la educación, la UOC ha organizado un ciclo de seminarios web que comenzaron el 21 de abril y con el que quiere conmemorar el 25º aniversario de la creación de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación. En los webinars, se reflexiona sobre los desafíos que se presentan en el futuro de los diferentes ámbitos de conocimiento: Hoy martes, tiene lugar uno dedicado a los retos de mañana en acción social y educativa.
En el primero de estos webinars se dio respuesta al gran reto de la educación, que en opinión de Sangrà consiste en educar personas «que sean capaces de transformar la sociedad en una más sostenible, más justa y más equitativa». Según el catedrático de la UOC, para poder afrontar ese gran reto habría que abordar estos diez desafíos:
1- Educar personas, no solo profesionales
¿Educamos únicamente para ser fuerza de trabajo al salir de la escuela, del instituto o de la universidad? ¿O deberíamos educar personas para la vida en sociedad? Precisamente uno de los retos de la educación es lograr un equilibrio entre ambas tareas.
«A veces se olvida que la educación tiene un componente de carácter social que también estamos obligados a desarrollar. Se trata de equilibrar las propias finalidades de la educación entre la capacitación laboral y la educación como formación de ciudadanos en nuestra sociedad», señala Albert Sangrà, director de la Cátedra UNESCO.
2- Identificar y diseñar el tipo de educación que vamos a necesitar en el futuro
Definir qué es lo que queremos que aprendan las nuevas generaciones es el primer paso para saber qué herramientas utilizar para lograrlo. Por eso, la pregunta clave es qué será necesario que aprendamos en el futuro.
«La educación tiene que dar respuesta a esa pregunta para poder definir no solo el contenido de los programas sino también los procedimientos con los que se va a enseñar y las actitudes que las personas van a aprender a desarrollar durante todo ese proceso», dice Sangrà, miembro del grupo de investigación en Educación y TIC Edul@b de la UOC.
3- Desarrollar modelos y escenarios educativos verdaderamente equitativos e inclusivos
Aunque una buena parte de la responsabilidad para la equidad y la inclusividad real de los modelos y escenarios educativos la tienen gobiernos y administraciones, todos los agentes educadores deben tener este objetivo en sus hojas de ruta.
«Crear sistemas educativos donde la equidad y la inclusión sean pilares fundamentales no es una opción, es una obligación», afirma el profesor Sangrà.
4- Aprender a utilizar mejor la tecnología
Como explica el catedrático de la UOC, la pandemia ha demostrado que continúa habiendo desigualdades en lo referente al acceso a las tecnologías que urge resolver. Pero además nos ha enseñado que podemos utilizar mejor la tecnología.
«Lo que pensábamos que sabíamos con respecto al uso de la tecnología en la educación no es suficiente, porque en realidad la hemos utilizado solamente como mero instrumento para continuar haciendo lo que hacíamos», afirma añadiendo que lo que exige la situación actual es un replanteamiento de los procesos educativos y cómo tienen que llevarse a cabo.
«Los profesores deben alcanzar el grado máximo en su competencia digital docente», asegura Albert Sangrà.
5- Tener en cuenta la dimensión digital de los estudiantes
Durante los próximos años será fundamental la formación del profesorado en TIC. Pero, además, esa formación debería permitir entender al profesorado que las dimensiones vitales de las personas se han multiplicado durante los últimos años.
Por eso ahora no basta con pensar solamente en el aula y en su entorno cercano, ya que «las tecnologías han facilitado la creación de una dimensión digital de la vida de las personas en la que se comunican, se relacionan, utilizan las redes sociales y tienen a su alcance el acceso a información que antes no tenían», señala Sangrà.
De ahí que para la educación integral de la persona haya que tener en cuenta también su nueva dimensión digital.
6- Abordar la hibridación entre la clase presencial y la potencialidad de entornos online
Precisamente por esa nueva dimensión digital, el profesorado debería tener un carácter mucho más activo y actualizado, pensando no en la sociedad que hemos vivido sino en la sociedad que nos tocará vivir.
«Necesitamos una formación en TIC que sea conceptual, que permita al profesor o profesora diseñar escenarios nuevos de formación y que estos sean híbridos», explica el profesor de la UOC. Sin embargo, eso no significa que la escuela tenga que convertirse en una escuela a distancia.
El objetivo es que, aunque la educación sea presencial, se puedan aprovechar al 100 % las opciones que da la actividad docente en entornos no presenciales y en línea para cubrir mejor todas las dimensiones de los estudiantes.
7- Educar para la incertidumbre
Aunque las vidas de dos generaciones anteriores estaban sujetas únicamente a dos o tres cambios importantes a lo largo de toda su existencia, las de la siguiente ya sufrieron algunos cambios más y las generaciones actuales están viviendo cambios constantemente y con mucha rapidez. Esa circunstancia supone un reto desde el punto de vista educativo.
«Los actuales alumnos y los del futuro van a tener que asumir estos cambios aún con más rapidez. Por eso uno de los retos de la escuela es ser capaz de educar para la incertidumbre, es decir, no tanto para acumular conocimiento como para saber cómo resolver las situaciones nuevas e inciertas en las que se van a encontrar», afirma el director académico de la Cátedra UNESCO.
8- Fomentar el liderazgo del profesorado
Según Albert Sangrà, para acompañar a los estudiantes hacia esa futura sociedad sostenible, justa y equitativa harán falta líderes. Y por esa razón se necesita profesorado que tome la iniciativa, que tenga capacidad de respuesta y no se limite a transmitir un conocimiento sin más, sino que sea capaz de acompañar a los estudiantes en su propio crecimiento.
9- Incluir la educación no formal en la educación integral
Otro reto es reflexionar sobre cómo intervendrá la educación no formal o incluso informal en los procesos de aprendizaje y de qué forma podrá integrarse en la educación integral de las personas.
«Es una falacia pensar que lo que aprendes lo aprendes solo en la escuela. Aprendemos fuera de la escuela, fuera del instituto y fuera de la universidad, y ese aprendizaje habrá que integrarlo en una educación integral», explica Albert Sangrà.
10- Que prevalezca el aprendizaje sobre la evaluación
En opinión del profesor de la UOC, no es tan importante la forma de evaluar como cerciorarse de si se ha aprendido o no. Por eso es fundamental estructurar sistemas que permitan que las personas aprendan, «y después, en todo caso, ya nos preocuparemos del aspecto administrativo de la evaluación. Si nos centramos únicamente en la evaluación generaremos modelos administrativos para resolver problemas sociales, lo que es un error», afirma.
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