Desde la Fundación se advierte que las fugas de menores son situaciones de ALTO RIESGO. “La fuga a menudo se malinterpreta como un “comportamiento problemático” del adolescente o incluso como “delincuencia”. Sin embargo, según los datos de Fundación ANAR, los menores están tratando de escapar de problemas muy graves dentro y fuera del hogar. El abuso sexual, el maltrato físico, la negligencia, el acoso escolar y la violencia de género son algunas de las razones por las que los adolescentes huyen”, explica Benjamín Ballesteros, director de programas de Fundación ANAR.
¿Qué hay destrás de las fugas de menores?
Las fugas de menores, al igual que el suicido, suponen un intento de escape del menor de edad , se advierte desde ANAR. “La “tensión” que viven muchos adolescentes con problemas escolares se traduce en ocasiones en fugas. Se trata de una forma de huir del problema.
En 2019, la Fundación ANAR atendió un total de 2.618 llamadas por menores de edad desaparecidos en España (en total 819 casos). El 62,2% de ellos fueron fugas del hogar o centro donde viven habitualmente.
Consejos para madres, padres y educadores
1- No espere 24hs para informar a las autoridades
Si nuestro hijo/a desaparece, no minimicemos el problema ni esperemos a que la situación se cronifique. No esperemos que pasen 24 horas para dar traslado a las autoridades puesto que las primeras horas ante la desaparición de un menor de edad son cruciales para la investigación.
2- Atentos a avisos previos
Demos importancia a sus testimonios o avisos previos de querer marcharse o huir. Ante una amenaza de fuga, verbalización o signos de que pudiera llevarla a cabo, no lo toméis a la ligera o penséis que “son cosas de adolescentes y que se le pasará”, ni tampoco le reprendáis, ni os enfadéis, porque en verdad está sufriendo. La detección precoz puede evitar graves consecuencias. No le confrontéis, ni minimicéis sus sentimientos. Acompañarle y acogerle. Necesita que le transmitáis seguridad.
3- Fomentemos el vínculo familiar
Todos necesitamos sentir que pertenecemos en este caso a la familia y aunque para el adolescente cobra mucha importancia pertenecer al grupo de iguales, también necesita un vínculo “seguro” con los padres o tutores legales. Si el/la adolescente no encuentra en su familia el sentido de pertenencia, puede buscarlo fuera, en otros grupos, tribus, bandas, …y eso puede conllevar riesgos adicionales.
4- Potenciemos la comunicación emocional diariamente
Vivimos en una sociedad que propicia la inmediatez y las decisiones rápidas. Eso no favorece la escucha. Ayudar a nuestros hijos/a a regular y manejar sus emociones abriendo el diálogo, va a servir para que nuestros hijos/as liberen tensión emocional y no recurran a soluciones extremas ante los problemas.
5- Sepamos manejar desacuerdos
Ante desacuerdos dejar paso al derecho de poner en palabras lo que cada uno necesite. Permitir que expresen su opinión y sentimientos sobre el tema, independientemente de las decisiones que como madres/ padres, adoptéis. Normalizar el conflicto es básico, pues existe en toda relación.
6- Apliquemos normas y límites de manera consensuada
A pesar que pensemos que nuestro hijo/a se revela contra las normas o límites, en realidad los necesita. Esta es la manera de que él/ella sepa a qué atenerse, lo que es adecuado y lo que no. Cuando un/a adolescente crece sin límites, piensa que nadie se interesa por él/ella y buscará fuera esa aprobación. Las normas y límites aportan sensación de seguridad y de control y con el adolescente es muy importante también la negociación.
7- Atentos a posibles cambios
Estemos atentos a posibles cambios de comportamiento y estado de ánimo, y a un posible aislamiento que puede indicar que necesitan nuestra ayuda. Algunos indicadores importantes son: bajada de rendimiento académico, la pérdida de amigos, falta de higiene, irritabilidad, agresividad, distanciamiento, impulsividad, entre otros. La soledad en el adolescente, no siempre es buscada. Su aislamiento, pone de relieve problemas de incomprensión, dificultades emocionales o cuestiones más graves. Entendamos los cambios propios del adolescente.
8-Evitemos momentos de tensión familiar
La fuga puede ser un indicador del grado de conflicto interno y externo del adolescente. En estos momentos, vuestro/a hijo/a necesita poder estar en un ambiente que le devuelva la estabilidad y tranquilidad que él/ella no tiene. Intentar evitar peleas familiares o momentos de tensión que puedan afianzarle la idea negativa del mundo que le rodea.
9- Cuidemos los riesgos de las tecnologías
El mal uso de las tecnologías, lleva a nuestros adolescentes a entrar en contacto con potenciales personas peligrosas, por ejemplo en los casos de grooming, donde un adulto entra en contacto aprovechándose de la vulnerabilidad. Inculcar la cultura de la privacidad es básico además de interesarnos por saber con quién se relaciona nuestro hijo/a tanto en la vida real como en la digital.
10-. Busquemos ayuda psicológica
La fuga no es el problema pero es el síntoma de un problema real que está detrás y hay que saber entenderlo. No es un fracaso pedir ayuda, reconocer que ha habido un conflicto en la familia. Si advertimos un problema familiar o de nuestro hijo/a, no dudemos en ponernos en manos de un psicólogo/a clínico que nos ayude a prevenir otras situaciones de mayor gravedad.
TELEFONO ANAR PARA CASOS DE NIÑOS/AS DESAPARECIDOS 116000
Si conoces algún caso de un menor de edad desaparecido, no dudes en llamar al Teléfono ANAR 116 000 para casos de niños/as desaparecidos. Encontraréis un equipo de expertos especializados en desaparecidos (psicólogos, abogados, trabajadores social
Image Credits: Possessed Photography, Unsplash