Al contrario de lo que muchos auguran, el grado de Traducción e Interpretación vive un momento dulce. En un mundo cada vez más global y donde priman las máquinas, se abren nuevas oportunidades para los traductores, más necesarios que nunca para garantizar la calidad de las traducciones y crear contenidos transdisciplinares.
«Quizá en una galaxia muy, muy lejana y dentro de mucho, mucho tiempo, los robots puedan reemplazar a los traductores«, afirma entre risas María Dolores Rodríguez, directora del Departamento de Traducción e Interpretación y Comunicación Multilingüe de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de Comillas (Comillas CIHS). «La máquina no tiene competencia pragmática, no sabe comunicar de manera que se tengan en cuenta las relaciones entre la lengua como sistema, por un lado, y los interlocutores y el contexto por otro. Hoy por hoy, cualquiera que haya usado un traductor automático sabe que las traducciones que ofrece no son de calidad profesional y que precisan una revisión«, afirma Rodríguez.
Al contrario de lo que se pueda pensar, la relación entre los traductores de carne y hueso y los traductores automáticos no es de enfrentamiento. Es colaborativa. «El traductor de verdad ya hace tiempo que viene usando programas informáticos que le permiten realizar su trabajo con más rapidez y facilidad. En el futuro, las máquinas van a traducir un número de palabras más elevado que las personas y por ello los traductores serán más necesarios que nunca para garantizar la calidad de las traducciones. Sus puestos de trabajo serán más especializados y de mayor valor», corrobora.
Una profesión para el futuro
La especialización es precisamente uno de los puntos fuertes del grado en Comillas. En los últimos años se ha ampliado la oferta de asignaturas de traducción especializada, de forma que se puede estudiar traducción audiovisual, literaria, técnica, institucional, jurídica, publicitaria, financiera o traducción para los medios de comunicación.
«La imagen que se tiene del traductor encerrado y rodeado de diccionarios es arcaica y no encaja con los nuevos traductores. Hoy son empresarios y trabajan en red, son gestores de proyectos, localizadores, revisores y post-editores«, asegura Rodríguez, que también dirige el Máster Universitario en Interpretación de Conferencias.
Es lo que le ocurre a Alberto Fernández, ‘alumni’ de Traducción, que trabaja como traductor audiovisual. «Supone acercar cultura al espectador para que pueda disfrutarla sorteando la barrera del idioma. También conlleva mucha responsabilidad, porque hay que adaptar referencias culturales, mantener registros y salvar juegos de palabras como mejor se pueda, y todo condicionado por cuestiones de tiempo o espacio», asegura.
«La traducción audiovisual es un mercado en alza. Los traductores de hoy subtitulan y traducen las series de Netflix y crean un universo paralelo en español con sus versiones de los videojuegos más populares. Gracias a ellos hemos leído y visto en película a Harry Potter y a Jon Nieve, sin darnos cuenta de que lo hacíamos a través de la intermediación de un transcreador”, asegura Rodríguez.