En España existen casi 200.000 alumnos con discapacidad matriculados en enseñanzas no universitarias, de los que algo más de 35.000, un 17%, lo están en centros especiales, lo que muestra el «notable éxito» del proceso de inclusión iniciado en los ochenta pero que hoy padece de signos de estancamiento.
Así lo ha expuesto el profesor asociado de la Universidad de Salamanca Agustín Huete, autor del artículo «Las personas con discapacidad en la escuela. Luces y sombras del proceso de inclusión educativa en España», integrado en el último número de «Panorama Social» de Funcas y que está dedicado a la inclusión de las personas con discapacidad en nuestro país.
Ese «notable éxito» de la inclusión educativa ha situado a España por encima de países como Suecia, Finlandia, Alemania o Dinamarca, con más del 80% del alumnado con discapacidad matriculado en centros ordinarios.
Un descenso progresivo, pero frenado
Los 101.617 niños con discapacidad que estaban segregados en centros especiales en 1986 fueron descendiendo de manera progresiva hasta llegar a su mínimo en el curso 2001-2002, con 27.000, pero desde el periodo 2002-03 han ido creciendo de manera sostenida hasta los 35.190.
Sin embargo, atendiendo a los datos, ese incremento es paralelo al del número de estudiantes con necesidades especiales por razón de discapacidad, un «estancamiento» que este experto atribuye a factores sociales, administrativos y de recursos.
Por comunidades autónomas son muchas las que superan la media de inclusión, sobre todo Galicia, Navarra y la Comunidad Valenciana, que rebasan el 90%, mientras que Madrid, Canarias, Aragón, Extremadura y Cataluña no llegan al 80%.
La tasa de segregación aumenta conforme avanza la edad de los niños, de forma que la inclusión más alta se da en la educación infantil y primaria.
Dos terceras partes del alumnado escolarizado en centros especiales sufre una discapacidad intelectual o trastorno generalizado del desarrollo, mientras que la tasa de inclusión en centros ordinarios para la población con trastornos graves de la personalidad, discapacidad visual, auditiva y motora supera el 90%.
El género también incide, aunque menos, en el nivel de inclusión: el 80,3 de las mujeres con discapacidad están matriculadas en centros ordinarios frente al 83,9 % de los hombres.
Los centros especializados son guetos
Para este experto, aunque las medidas y los profesionales de educación especial «son vitales», los centros especializados no dejan de «ser guetos»; así, opina que separar alumnos con discapacidad de los que no la tienen «es como plantearse si los niñas tienen que ir al colegio con las niños».
Otra de las «sombras» de la inclusión educativa en nuestro país es el alto nivel de analfabetismo registrado en este colectivo, que alcanza el 6%, multiplicando así por diez el de la población en general, aunque es la mitad que el registrado en 1999.
También destaca su escaso acceso a los estudios universitarios, que es del 15,1% frente al 33,2%, aunque en este caso la cifra es tres veces mayor que hace veinte años.
En el monográfico también hay otros artículos como «Discriminación salarial y discapacidad; de los datos a la política de empleo», del economista de la Universidad de Salamanca Miguel Ángel Malo, quien ha considerado que «el gran problema sigue siendo la baja actividad» del mercado laboral de estas personas.
El delegado del Cermi Estatal para los Derechos Humanos y la Convención de la ONU de la Discapacidad, Jesús Martín, ha denunciado que este colectivo «tiene más cuotas de visibilidad», pero se le «sigue ignorando» a pesar de que en uno de cada cinco hogares vive una persona con discapacidad.
«Somos el 9% de la población, pero aportamos el 20% de las víctimas mortales de la lacra de la violencia machista«, ha enfatizado Martín antes de censurar: «Estamos en una situación de exclusión permanente, sistemática y estructural».