La superdotación y las altas capacidades intelectuales son conceptos todavía controvertidos y no exentos de polémica respecto a su significado, evaluación e intervención. Todo el mundo sabe, sin embargo, que se trata de un término que se utiliza para designar a aquellos niños que poseen una alta inteligencia. En España, no se identifica con garantías a estos talentos, de hecho, más del 90% de ellos no son ni siquiera detectados y la mayoría es víctima de bullying y fracaso escolar. Por eso, descubrir a tiempo a estos alumnos es vital para que pudan desarrollar todo su potencial
Definir qué es un superdotado puede parecer inicialmente sencillo: Es aquella persona cuyas capacidades son superiores a las normales, o a las esperadas para su edad y condición, en una o en varias áreas de la conducta humana. Esta definición, aparentemente clara, abre, desde el punto de vista educativo, una serie de interrogantes no fáciles de resolver, tales como: ¿Qué es lo normal y lo anormal? ¿Cómo darnos cuenta de esas diferencias? ¿En qué medida deben existir esas deferencias para requerir tratamiento especializado?
La multitud de respuestas posibles queda claramente reflejada en la falta de unanimidad científica en cuanto al concepto y a la terminología, en la multitud de enfoques y métodos utilizados en las diversas disciplinas y por los diversos especialistas (pedagogos, maestros, psicólogos, médicos etc.) en la atención a estas personas.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a una persona superdotada como “aquella que cuenta con un coeficiente intelectual superior a 130”. Sin embargo, reconocer a un niño con este talento no es fácil. En realidad, solo el 2% de la población infantil iguala o supera el coeficiente intelectual fijado por la OMS, y casi la mitad de ellos suelen ser niños problemáticos, con bajo rendimiento escolar e incluso protagonistas del fracaso escolar. Por ende, si no se detecta a tiempo la superdotación de estos niños, puede ocurrir que sufran desmotivación y que, en resumen, se aburran en el colegio. Además, el profesorado no suele estar suficientemente preparado para poder identificar a estos niños-talento, por lo que no saben potenciar sus capacidades.
Cabe destacar que un niño inteligente no lo es siempre, es decir, que si no recibe el apoyo adecuado, sus dotes pueden acabar por desaparecer. En el año 2008, Mensa, una organización internacional que agrupa a 120.000 socios que han acreditado tener una inteligencia superior al 98% de la población general, publicó un estudio en el que aseguraba que el 40% de los niños superdotados a nivel intelectual no consigue acabar la Educación Secundaria Obligatoria por no sentirse suficientemente estimulados en el sistema educativo actual.
¿Cómo detectarlo?
Fernando Cordero, en su artículo “Atención a la diversidad: talento y altas capacidades”, publicado en la revista digital del sindicato CSI-F en Andalucía, asegura que la edad adecuada para diagnosticar a un niño superdotado se sitúa “entre los cuatro y los ocho años de edad”. Las principales características de estos pequeños son capacidades como adquirir y manejar una gran cantidad de información, excelente memoria, manejo de sistemas abstractos de símbolos, curiosidad intelectual o necesidad de estímulo intelectual, entre otras virtudes. “Además, suelen ser muy maduros en comparación con otros niños de su edad”, agrega Cordero.
Añade también en este artículo que la creatividad es otro de los rasgos distintivos de la sobredotación, conclusión a la que llegó el profesor Juan E. Jiménez, de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna, tras estudiar a 634 niños canarios de entre primero y cuarto de primaria. “El análisis concluye que existe una relación entre las altas capacidades intelectuales y un grado alto de creatividad, si bien puede darse el caso de personas muy creativas que no presenten una capacidad extraordinaria”, concluye.
Aun así, en España se desperdicia este talento. Según datos del informe “Alumnos precoces, superdotados y de altas capacidades”, presentado por el Ministerio de Educación, en nuestro país se calculaba que había unos 300.000 alumnos superdotados, de los cuales, en el año 2006, solo se habían identificado 2.000. Es decir, más del 99% de estos perfiles pasaron desapercibidos por sus respectivas escuelas. El mismo informe desvela que el 70% de los detectados tenía bajo rendimiento escolar y entre un 35 y un 50% habían fracasado en el colegio, especialmente porque no estaban debidamente atendidos. Esto conlleva, paradójicamente, a que muchos no acaben la enseñanza obligatoria y no accedan a la universidad. Y es que, desarrollar tu aprendizaje en un entorno donde el ritmo es demasiado lento para ti, donde el resto de niños no comparte tus habilidades y destrezas, convierte a estos niños en personas individualistas, que se mantienen al margen del desarrollo normal del curso, de ahí los altos índices de bajo rendimiento escolar y fracaso educativo.
Desde la publicación de ese importante estudio ha pasado casi una década, sin embargo, la situación no ha mejorado demasiado. Según los últimos datos publicados por el Ministerio, en el curso 2013-2014, fueron 15.876 los estudiantes no universitarios que tuvieron atención específica por este motivo. Es decir, todavía hay un 95% de casos no detectados. De ahí, la importancia de la identificación.
El primer paso para determinar la respuesta educativa más idónea para atender las necesidades de estos alumnos debe ser su identificación a través de los procesos de detección y de evaluación psicopedagógica. En el primero pueden y deben intervenir tanto los profesores como los padres, mientras que el proceso de evaluación es específico de los especialistas y de los miembros de los equipos de orientación. Pero no es fácil. Desde hace unos años, los profesores pueden asistir a programas de formación donde profundizar acerca de la captación de alumnos con altas capacidades intelectuales. Es primordial que el profesorado se forme en este campo, pues el buen desarrollo de estos estudiantes depende exclusivamente de su pronta captación.
La ley tampoco ayuda
Otro de los problemas que tienen los estudiantes superdotados en nuestro país es que la ley estatal no define qué es un niño de altas capacidades, por lo que cada comunidad autónoma tiene su propio criterio y metodología para detectarlos. De hecho, la estadística parece corroborarlo: mientras que en Andalucía hay en torno a 4.000 niños en estos programas especiales para alumnos de altas capacidades, en Cataluña apenas hay 200, en La Rioja menos de 100 y en Murcia más de 2.000.
Carmen Sanz, presidenta del gabinete psicológico de la fundación El Mundo Superdotado, explicaba el pasado año en una entrevista al diario El País, el porqué de este claro desequilibrio. “Fallan los sistemas de detección porque suele confundirse superdotación con alto rendimiento, con sacar sobresaliente en todo. Y es ridículo, porque un niño superdotado suele estar desmotivado y aburrido”, dice Sanz. Y una vez descubiertos, tampoco se les ayuda lo suficiente: “Los equipos de orientación de las consejerías tardan en ponerse en marcha. En general, hay pocos recursos y los que hay se destinan a los otros alumnos con necesidades educativas especiales, los que están por debajo de la media. Es muy difícil que suban de curso a los superdotados, pese a que es la mejor medida. Algunas comunidades, como Madrid, tienen clases especiales los sábados. Está bien, pero es insuficiente. Otras no hacen nada”.
En definitiva, parece que se oculta a estos niños porque faltan recursos para poder potenciar sus capacidades. Sin embargo, cuando un joven destaca en una actividad deportiva, se pone todo un mecanismo en marcha para impulsar su talento: hay escuelas especiales, centros de alto rendimiento… ¿Por qué no se hace igual con los niños de alta capacidad intelectual? “Si el Gobierno impulsara pruebas generalizadas, mejoraríamos la estadística de alumnos excelentes y reduciríamos la de fracaso escolar”, concluye Sanz.
El modelo de los tres anillos
En Estados Unidos, poseen gran experiencia en la educación de niños superdotados. Uno de los modelos más aceptados es el de los tres anillos, creado por Joseph Renzulli, profesor del Instituto de Investigación para la Educación de Alumnos Superdotados.
El modelo de los tres anillos pretende aprehender las principales características que definen el potencial que tiene el ser humano para llevar a cabo producciones creativas. El nombre deriva del marco conceptual de la teoría -compuesto de tres grandes rasgos: la capacidad intelectual, el compromiso o implicación en la tarea y la creatividad- y su directa implicación en las distintas áreas de desempeño humano.
El aspecto más significativo de esta teoría es muy probablemente el hecho de que la importancia recae en la interacción de estos tres factores aplicados a una situación concreta lo que crea las condiciones para que pueda darse un auténtico proceso de creación. Un segundo aspecto relevante de esta teoría es el hecho de que, si bien los constructos tradicionalmente evaluados (aptitudes específicas, inteligencia general o rendimiento académico) tienden a ser relativamente estables a lo largo del tiempo, la capacidad creativa y la implicación en la tarea suelen ser por el contrario contextuales y temporales.
Por último, es importante recalcar que estos tres grandes rasgos emergen simultáneamente únicamente en ciertas personas, en determinados momentos y bajo determinadas circunstancias.
La capacidad intelectual incluye aptitudes generales (razonamiento verbal, espacial o gestión de la memoria), como áreas específicas de desempeño humano (composición musical, química, diseño…). Este rasgo o anillo es el más estable en el tiempo de los tres. Esto significa que el rendimiento de un estudiante dentro de los parámetros de este rasgo es relativamente invariable, siendo este el anillo más asociado a los rasgos cognitivos más tradicionalmente evaluados.
Implicación en la tarea: Es un conjunto de rasgos no intelectuales que se dan muy a menudo en individuos creativamente productivos. Se trata de rasgos tales como la perseverancia, la determinación o la fuerza de voluntad. Se podría entender también como una forma más refinada o selectiva de motivación para una determinada tarea o problema.
Creatividad: Conjunto de características que incluyen la curiosidad, la originalidad o ingeniosidad y la voluntad de cuestionar las tradiciones o convenciones sociales. A lo largo de la historia ha habido multitud de científicos sobresalientes. Sin embargo, aquellos que incluso a día de hoy seguimos reverenciando y cuyos nombres se han convertido en claros referentes en sus respectivos campos son aquellos científicos que emplearon su capacidad creativa para visionar, analizar y también resolver cuestiones científicas de forma original.