El otoño es siempre una época de adaptación al nuevo curso y a las rutinas propias del invierno. En el caso de los adultos, estamos más que acostumbrados a lo que suponen estos meses siempre llenos de cambios. Sin embargo, los niños y adolescentes se enfrentan además a la multitud de retos del nuevo curso y a actividades extraescolares que se suman a su ya habitual proceso de evolución y desarrollo. Esto requiere también un tiempo para adquirir los nuevos hábitos.
Para ayudarles en este proceso de adaptación, es fundamental establecer rutinas claras y coherentes. Esto les hará saber qué esperar, facilitará su organización y les otorgará ciertas herramientas clave para adquirir hábitos positivos para su futuro y para superar exitosamente el presente curso.
En este sentido, hay algunas rutinas que es importante cuidar para convertir en buenos hábitos:
Rutina para irse a dormir
Irse a la cama a la misma hora todas las noches y seguir la misma rutina de cuidados antes de acostarse es esencial para que los niños se acostumbren a la estabilidad imprescindible para terminar el día. Lavarse los dientes, la ducha, baño o el momento de leer o que les lean se convierten en clave para generar orden en su entorno. Además, también es importante dejar preparada la ropa, los libros y el material para el día siguiente, lo que facilitará la rutina matutina.
Para los que tienen edad para usar dispositivos, es importante apagarlos con suficiente antelación a la hora de acostarse. En el caso de los adolescentes, debemos intentar mantener cierto control, pues a menudo tienden a sacrificar el tiempo de sueño en favor del tiempo de pantalla.
Rutina matutina
Antes de ir al colegio, es importante que los niños se despierten con tiempo suficiente para vestirse y desayunar tranquilos antes de ir al colegio. Aunque muchos niños pueden ser reacios a comer nada más despertarse, numerosos estudios demuestran que no sólo desayunar ayuda a la concentración de los niños, sino que los niños que desayunan tienden a comer más sano a lo largo del día.
Con ello, asegurarse de que las mañanas no sean apresuradas es importante para que los niños puedan llegar a la escuela a tiempo y empezar el día con calma en lugar de sentirse estresados.
Rutinas de estudio y deberes
Desde las primeras semanas de curso debemos establecer una rutina de estudio y deberes clara. Los niños deben tener su propio espacio para hacer los deberes, cómodo y libre de distracciones. Lo ideal es que tengan una planificación de las actividades a realizar visible en su espacio de estudio, de modo que puedan ver lo que tienen que hacer cada día y se acostumbren a comenzar y terminar lo que corresponda en un tiempo más o menos limitado.
Facilitar el cumplimiento de estas rutinas no siempre es fácil. Es normal que surjan imprevistos y otras cuestiones que conviertan muchos días en excepciones. Sin embargo, hay algunos factores que pueden ayudarnos a establecer estas rutinas:
Darles tiempo y autonomía
Para que, en la medida de lo posible, puedan cumplir solos con todas sus rutinas. Es habitual que a veces intervengamos para acortar procesos, ya sea a la hora de comer, vestirse o recoger, entre otros, pero es importante que les otorguemos independencia para realizar las tareas de forma autónoma.
Poner las cosas al alcance de los niños para facilitarles la realización de las tareas con autonomía
Por ejemplo, en el caso del aseo, podemos tener un taburete para que lleguen a la pila y accedan al cepillo de dientes, o en el de preparar su mochila, que los libros y materiales estén en cajones que puedan manipular en todo momento.
Buscar el orden en su entorno
Esto les ayudará a conseguir cierta tranquilidad y reforzar su estabilidad emocional. Al principio, esta parte es más inconsciente, pero si se empieza con el ejemplo, no se convertirá en una obligación sino en el aprendizaje de una costumbre. Para ello, debemos facilitarles que lo hagan ellos mismos, no hacerlo por ellos, y reforzar la parte positiva de que lo hagan, aunque podemos empezar haciéndolo juntos.
Marcar objetivos y poner recompensas
Para que estas rutinas no se perciban como quehaceres impuestos, podemos marcar objetivos de modo que se conviertan en retos con recompensa. Por ejemplo, si conseguimos comer una fruta en el desayuno durante ciertos días o realizar bien los deberes en un tiempo limitado, les ofreceremos recompensas como poder ver los dibujos diez minutos más.
Reforzar las partes de la rutina que más les gustan
Siempre habrá tareas que les supondrán menos esfuerzo que otras, o que únicamente les resulten más agradables. Podemos identificar cuáles son y potenciarlas, de modo que aprovechemos para destacar y desarrollar sus capacidades individuales en esos ámbitos.
Si inculcamos ciertos hábitos en los primeros años de vida, conseguiremos que los adquieran para siempre. Por ello, es importante que prestemos atención a las prácticas de aprendizaje de los niños, pues influirán a su vez en todas las dimensiones de su desarrollo. En definitiva, establecer rutinas, no solo supone cumplir con lo obligatorio de cada día, sino cuidar su bienestar físico, emocional e intelectual.
Autoría
Cynthia Davies
Head of Juniors de TEMS, The English Montessori School
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