El aula invertida está de moda: ¿es para tanto?

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clase invertida
Foto: Unsplash

Por Antonio Nadal Masegosa, Universidad de Málaga

Dos sonrientes profesores llegan en 2006 a un instituto de Woodland Park, Colorado. Jonathan viene de Denver, en el mismo estado, y Aaron de California: van a gestionar el Departamento de Química del instituto. Pronto se encuentran con un escollo difícil de superar.

En dicho centro rural, el alumnado perdía clases por hacer deporte u otras actividades a las que probablemente veían más sentido que las clases de química de Jonathan y Aaron. ¿Cómo conseguir que no perdieran el contenido? De repente, la luz se abrió ante sus ojos. Aaron leyó una revista de tecnología y le mostró a Jonathan un artículo sobre la siguiente posibilidad: un software que graba una presentación de diapositivas de PowerPoint, incluyendo voz y cualquier anotación, y luego la convierte en un archivo de vídeo que puede distribuirse fácilmente en línea.

YouTube acababa de empezar, y con el mencionado software creyeron que engancharían a sus desinteresados y absentistas estudiantes. En la primavera de 2007, comenzaron a grabar sus lecciones magistrales de Química, y las publicaron en línea: lo hicieron por egoísmo, y así lo reconocen con toda honestidad –como todo lo anterior, literalmente traducido–: empleaban cantidades excesivas de tiempo volviendo a impartir lecciones para estudiantes que faltaban a clase.

No hablamos de catedráticos/as en Didáctica y Organización Escolar, especialistas en pedagogía o personalidades en el mundo de la educación. Se trata de una experiencia en un instituto de un pueblo de menos de 8.000 habitantes que se narra en un libro, escrito por los mencionados autores, Flip your classroom, el cual fue el origen de esta moda, y ha sido citado hasta en más de mil ocasiones. Un libro sin bibliografía ni fundamentación didáctico-pedagógica alguna.

Larga tradición

Docentes de física, economía, de hasta cincuenta asignaturas, y hasta en tutorías, ya desarrollaban algo similar al aula invertida unos años antes. Y si hablamos de innovación educativa, qué decir de las “lecciones de cosas” de Francisco Ferrer Guardia, o de Don Gregorio, el maestro que en la película La lengua de las mariposas da clases en plena naturaleza, ambos con idéntico final (trágico). Pero mientras del primero encontraremos 53 resultados en la Web of Science, de la clase invertida, cuando lean esto, más de 5.770.

A partir de 2012, la clase invertida, o flipped classroom, según verificamos en dicha web, sirve para todo: Matemáticas, Inglés Comercial, Educación Física, Ingeniería Mecánica… Incluso, tras un Simposio Internacional sobre Investigación y Práctica de la Teoría de la Educación Superior, Web of Science (la base de datos de Clarivate Analytics, que elabora el ranking de impacto de las revistas en función de las citas) considera una investigación sobre la aplicación de la enseñanza basada en el aula invertida a microclases para un curso de tenis de mesa como de alto impacto. ¿Educación quirúrgica en un ámbito oncológico? Existe versión de clase invertida. ¿Didáctica de la Música en la Educación Infantil? Por supuesto, clase invertida, no lo duden.

Un ejemplo concreto

Disfruté de una maravillosa experiencia de clase invertida durante el curso 2020/2021, en History of Schooling, asignatura del primer curso del Doble Grado en Educación Primaria y Estudios Ingleses, en la Universidad de Málaga. Una materia 100 % desconocida para el alumnado, íntegramente impartida en inglés, con una metodología tan novedosa que, en algunos casos, implicaba pánico y ansiedad estudiantil. Especialmente porque la didáctica de la historia se basa tradicionalmente en clases magistrales y exámenes memorísticos.

Se comenzaba con un vídeo clásico y corto sobre qué es la clase invertida. Tras ello, había que trabajar, individualmente y en grupos. Artículos y libros solo eran sugeridos, y el alumnado podría elegir otros cualquiera, relacionados con la asignatura. Las clases magistrales de opinión única docente daban paso a exposiciones con todo tipo de dinámicas basadas en la creatividad del alumnado, el cual había sido informado de cómo las escuelas, en demasiadas ocasiones, acababan con la creatividad.

Es fácil sacar rédito de una experiencia exitosa, publicando artículos de ello, aún más considerar que todo fue obra del diseño docente. Pero no fue así. Fue obra de un alumnado entregado, no procedente de los estratos más bajos de la sociedad (que sufren la brecha digital, la falta de medios socioeconómicos, e incluso hogares masificados en los que ni tan siquiera hay mesa propia para estudiar, o el más mínimo silencio en el entorno, por ejemplo), crítico, trabajador, lector, y con un nivel medio de B2/C1 de inglés. Además, con competencias innovadoras que llegaban a la edición de vídeo e incluso a la elaboración de disfraces de personajes importantes en la historia de la enseñanza. Capaces, incluso, de fabricar una máscara de Sócrates.

En cambio, en otros ensayos previos que realicé, en los que el alumnado no se comprometía, no leía, y hasta plagiaba, la realidad fue muy diferente, y el método invertido no funcionó. Sin compromiso estudiantil, probablemente ni esta ni ninguna metodología activa llegue a funcionar. Precisamente, porque sin actividad, aunque se disfrace de aula invertida, gamificación o trabajo por proyectos, cualquier metodología corre el riesgo de volver a ser clase magistral, aunque tenga ligeras variantes.

Mucha teoría, poca práctica

En la evaluación de prácticas de educación infantil, primaria y secundaria, nunca leí estudiante que describiera práctica alguna de aula invertida en los centros en los que estuvo. El aula invertida no existe como práctica docente en Teaching and Learning International Survey (TALIS), la encuesta sobre ambiente de trabajo en enseñanza primaria y secundaria, dirigida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, cuyo último volumen fue publicado en 2019. Tampoco es mencionada en la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, donde igualmente no hay mención a las metodologías activas.

Sin embargo, aula invertida y diversas metodologías activas inundan trabajos de fin de máster del Máster de Profesorado en Enseñanza Secundaria, de una forma hasta casi análoga a cómo la educación tóxica y el imperio de las pantallas es la norma en los y las menores de los países presuntamente avanzados. De forma análoga a lo que sucede en los artículos científicos enlazados anteriormente, en todas las disciplinas de conocimiento para ser docente de enseñanza secundaria, un alto número de trabajos de fin de máster redundan en las metodologías activas.

Si la educación se moderniza tan lentamente que nunca dejará de estar anticuada, el aula invertida no es la salvación ni una fórmula mágica, y como toda realidad educativa es multifactorial, funcionará si hay un profesorado y alumnado implicados, del mismo modo que la sociedad mejorará si las personas ejercen sus derechos y su sentido crítico, algo que una enseñanza basada en el aula invertida no produce de por sí.


AutorThe Conversation

Antonio Nadal Masegosa, Profesor del Departamento de Teoría e Historia de la Educación y Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Málaga. Doctor en Pedagogía., Universidad de Málaga

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Image Credits: NeONBRAND on Unsplash