Vivimos a caballo entre la conmoción, el hastío y la aceptación de una realidad que nos vino impuesta. La pandemia nos ha hecho plantearnos facetas de nuestra vida que hubieran sido inimaginables en otros tiempos. Renunciar a los contactos, a los movimientos, a los espacios y tiempos del ocio. Todo ello nos ha puesto a prueba ¿o no?; como si no tuviéramos bastante con aprender a vivir, ahora toca aprender a sobrevivir.
Y, para colmo, las cepas mutantes. Ahora, que ya parecía que comenzábamos a doblegar la curva, la del tiempo y del espacio, la de nuestra propia resignación y duelo por lo acontecido, va el virus y muta. Y uno no sabe a qué temer más. Si al virus renovado en sí o a volver a empezar.
En el Centro Universitario La Salle, lo hemos tenido claro desde el principio. Incluso antes. Adaptarnos a la novedad, ajustar nuestra acción universitaria y educadora, era cuestión de realidad, no de fantasía. El resultado, ABPI (Aprendizaje Basado en Proyectos Integrados).
Y es que, en tiempos de pandemia, nuestros profesores y educadores también han mutado, han sido capaces de penetrar en las entrañas de nuestros sistemas, para adaptarse a las nuevas realidades. Aprendieron a partir de su propia experiencia, sobreponiéndose a los desafíos de la naturaleza y, a pesar de su fatiga, siempre estuvieron (y están) disponibles, por vía aérea, terrestre o virtual. Alcemos una voz por el valor de lo esencial, sí, en favor del merecido reconocimiento de nuestros queridos mutantes pedagógicos.
Autor:
Javier Herrero Martín
Vicedecano de Estudios. Grados de Educación Infantil y Primaria.
Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle. Madrid
j.herrero@lasallecampus.es