Nuestro cerebro nos engaña a la hora de tomar decisiones. Así se desprende de un trabajo desarrollado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), que analiza los atajos que toma el cerebro ante la toma de decisiones. Tomando como base patrones que ha aprendido previamente, nos conduce en ocasiones a opciones incorrectas.
¿Empiezo a estudiar hoy o mejor mañana? ¿Veo la tele o cocino? ¿Doy ahora un paseo o leo un libro? Nuestra vida está hecha de pequeñas decisiones, pero también de otras mucho mayores, que nos empujan a tomar un camino u otro. La elección de los estudios o de la casa que vamos a comprar marca para siempre nuestro devenir. «Diariamente, sin apenas darnos cuenta, nos enfrentamos a más de 4.000 procesos de toma de decisión», explican dos investigadores de la UPM. Juntos han desarrollado un estudio para encontrar el papel de nuestro cerebro en las decisiones que tomamos.
‘No siempre elegimos la solución correcta’
“El cerebro se enfrenta diariamente a la toma de múltiples decisiones y, ante esa tesitura, no siempre opta por la solución correcta o por aquella que finalmente hubiese resultado más adecuada para nosotros”, explica Carlos Rodríguez Monroy, del Departamento de Ingeniería de Organización, Administración de Empresas y Estadística de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la UPM.
Y es que, aunque se sabe que la mayor parte de nuestras decisiones se adoptan desde la parte inconsciente de nuestro cerebro, se conoce muy poco de cuál es su funcionamiento. Lo que los expertos sí tienen claro es que si se producen errores de forma repetitiva podemos establecer relaciones de causa efecto en el modo de actuar de nuestras conexiones neuronales. De esta forma podremos tratar de averiguar qué es lo que lleva a ese error.
Nuestro cerebro nos engaña buscando atajos
“La clave está en comprender que, cuando nos comportamos de un modo irracional en la toma de decisiones, lo hacemos de forma aprendida o predecible; y tratar de identificar estos patrones de comportamiento”, explica Rodríguez Monroy. Por ello, los investigadores de la UPM se propusieron identificar los procesos empleados en el momento de decidir. “El cerebro utiliza patrones y conductas aprendidas que consideramos como atajos o pequeñas trampas a la hora de tomar las decisiones y que son las que llevan a que, a veces, nos equivoquemos. Conocerlas podría ayudarnos a modificarlas y mejorar nuestros procesos de toma de decisión”, explica José Luis Portela, doctorando de la ETSI Industriales y firmante también de este trabajo que forma parte de su tesis.
El ahorro de energía, en la base del error
Pero, ¿cuáles son esas trampas o patrones engañosos que usa nuestro cerebro? Y sobre todo, ¿qué podemos hacer para evitarlas? El primer paso es tener en cuenta que las conexiones neuronales consumen una gran cantidad de energía y que su ahorro es uno de los objetivos básicos de nuestro organismo.
“Tomar una decisión requiere hacer varios cálculos. El cerebro siempre trata de ahorrar la máxima energía. La manera en la que lo hace es restringiendo el número de conexiones neuronales necesarias para desempeñar con éxito una tarea, cualquiera que sea. Para ello, crea patrones aprendidos de conducta que ayudan a nuestro organismo a actuar de manera más eficiente. Las conexiones ya aprendidas implican un menor gasto”, asegura Portela.
A la hora de hacer frente a una nueva decisión, nuestro cerebro nos engaña porque tratará de resolverla mediante ese patrón de ahorro energético. Buscará conductas ya aprendidas, salvo que nos esforcemos específicamente en razonar y crear un nuevo comportamiento. “Si no lo hacemos así, el cerebro se basa solo en los recuerdos de decisiones pasadas”, especifican los investigadores.
En estos patrones aprendidos hay tres máximas que se repiten de manera constante: la tendencia de nuestro cerebro a evitar las pérdidas y minimizar los riesgos, la atribución subjetiva de valor a las personas y las situaciones y lo que se denomina la base diagnóstica, o lo que es lo mismo, nuestra “ceguera” ante cualquier evidencia que contradiga nuestra valoración inicial de las personas o las situaciones.
Suprimir conductas aprendidas para acertar
El trabajo de los investigadores de la UPM es valioso en la medida en que ha permitido identificar las áreas que se ven afectadas por la toma de decisiones en nuestro cerebro. Asimismo han elaborado un mapa de los procesos de pensamiento. Pero sobre todo, establecen la necesidad de dejar de lado esos patrones de conducta ya aprendidos si queremos mejorar nuestro proceso de toma de decisión.
“Eliminar estas conductas aprendidas sería, por lo tanto, la clave para acertar en nuestras decisiones. Para ello, debemos comprobar en todo momento si las premisas de las que partimos a la hora de tomar una decisión son originales, aprendidas o razonadas». De esta forma sabremos cuándo nuestro cerebro nos engaña. «Suprimir de nuestro pensamiento esos puntos de partida aprendidos implica, en cualquier caso, revisar nuestros patrones de pensamiento hasta estar seguros de que son correctos para la situación específica en la que estamos inmersos”, concluyen.
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