Orientación para familias: educar el valor del esfuerzo

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Las declaraciones de la ministra de Educación afirmando que “todos los alumnos pasarán al curso siguiente de forma generalizada» no han dejado a nadie indiferente. La explicación desde el Ministerio concluía afirmando que «la evaluación del tercer trimestre sólo servirá para hacer diagnóstico y no podrá suspenderse”.

Ante estas palabras, muchos educadores y docentes reclaman que Celaá se ha olvidado del “valor del esfuerzo”. Como muchos maestros afirman “es cierto que el curso que viene retomaremos los contenidos que este año no se han podido dar, pero el mensaje de la Ministra ha sido muy dañino ya que da a entender que el esfuerzo no ha valido ni valdrá para nada”.

Educar el valor del esfuerzo

Habitualmente oímos mensajes sobre la necesidad de esforzarse para conseguir metas en la vida, sin embargo, la sociedad del consumo y el bienestar transmite ideas subliminales en sentido contrario. Así, afirmar que “alumnos pasarán al curso siguiente de forma generalizada”, tira por tierra, según estos expertos, el valor del esfuerzo de miles de alumnos. Parece que la calidad de vida se puede conseguir sin trabajo y los niños van creciendo sin desarrollar ese valor que les ayuda a afrontar los retos y dificultades.

Según explican los expertos de la Asocición Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), “ Es necesario fomentar la capacidad de autocontrol de los niños para que sean capaces de soportar los esfuerzos que exige la vida en sociedad. Los expertos de esta asociación coindicen en afirmar que “la fuerza de voluntad y el esfuerzo se entrenan día a día, convirtiendo los comportamientos en hábitos y con la habituación disminuye la sensación de esfuerzo”.

“Cuando el niño es capaz de comprender por qué debe hacer algo y siente motivación para hacerlo, el hábito del trabajo y el esfuerzo se convierte en valor que dirige su conducta y sus decisiones en la vida” explican.

Consejos para fomentar el esfuerzo

  • Ofrecer un modelo adecuado para que el niño lo pueda imitar. Ser pacientes y constantes.
  • Jamás convertirse en el “esclavo” del niño, él debe cumplir con las obligaciones propias. No ceder ante sus caprichos.
  • Averiguar los motivos que mueven al pequeño a esforzarse.
  • Estimular la independencia y la autosuficiencia progresivamente.
  • Ser firmes y exigir el esfuerzo del niño. Proponer tareas adaptadas a sus posibilidades, procurando que obtenga éxito en los resultados.
  • No admitir que dejen las cosas o tareas sin terminar.
  • Permitir que el niño participe en el planteamiento de metas. Estas siempre deben ser a corto plazo, muy concretas y fáciles de controlar por el adulto.
  • Estimular el respeto por todos los bienes, que sean conscientes del esfuerzo que ha supuesto conseguirlos y colabore en su cuidado y mantenimiento.
  • Favorecer que se proponga pequeños proyectos (colecciones, deportes, aficiones, etc.) que supongan esfuerzo y constancia y no permitir que los abandone al primer contratiempo.
  • Procurar que los trabajos que se le encargan tengan una dificultad progresiva. Prestarles ayuda siempre que sea preciso, pero sin hacer por él lo que es capaz de hacer solo, aunque requiera esfuerzo.
  • Habituarle a adquirir compromisos y cumplir con ellos, ayudándole a trazar un plan con los pasos a seguir.
  • Animarle para que tome sus decisiones y sea consecuente con ellas.
  • Estimular su autocontrol. Procurar que domine sus impulsos, que aumente su capacidad de espera ante determinados acontecimientos, que tolere las pequeñas frustraciones y sea capaz de demorar las gratificaciones.
  • Aprovechar las circunstancias cotidianas para que observe el esfuerzo necesario para conseguir logros. Que conozca la utilidad del trabajo de las personas.
  • Procurar que tenga vivencias y emociones de satisfacción y alegría por el trabajo colectivo realizado.
  • Alabar sus logros siempre que haya realizado algún esfuerzo.

Image Credits: Jonathan Borba, Unsplash