Ana Cobos, presidenta de COPOE
Como orientadora, cada día me encuentro más ante alumnas y alumnos que me dicen que no quieren estudiar, que no les gusta y que no están dispuestos a hacer el esfuerzo que ello supone. Por mi parte, la respuesta es clara, sé que hay que decirles que hay que estudiar porque es necesario invertir en el propio futuro y que si no se hace el esfuerzo, algún día se arrepentirán. Sin embargo, difícilmente este argumento “cala” en este alumnado, que ya han oído esta misma idea en infinidad de ocasiones y no les hace efecto alguno de puro desgaste.
Llegado este momento, ¿qué podemos hacer? Los orientadores, al igual que los padres, madres y docentes seguimos argumentando con mil y una versiones más el mismo razonamiento dicho de muchos modos. Es cierto que algunos jóvenes parecen reaccionar y otros siguen en sus trece y parece que no hay forma de influirles (te miran y vuelven a concentrarse en su móvil). Sin embargo, no nos damos por vencidos y seguimos erre que erre.
El sistema educativo ofrece oportunidades casi infinitas para atender al alumnado, a “todo el alumnado” y claramente podemos decir que se puede clasificar en dos grupos: 1) los que quieren y 2) los que no quieren.
Para los que quieren hay un montón de posibilidades: se pueden hacer adaptaciones, refuerzos, apoyos y ayudas de todo tipo para que puedan conseguir el objetivo de alcanzar una cualificación con la que incorporarse al mundo del trabajo y ser independientes, lo que siempre llamamos: “buscarse la vida”. El sistema se siente muy reconfortado por ello y asimismo los profesionales que estamos implicados. En cambio, para los que no quieren, no hay recursos. Así de duro y de definitivo: si el propio alumno o alumna no activa la maquinaria de ponerse a luchar por conseguir un futuro, su propio futuro, no hay nada que podamos hacer, por más argumentos que empleemos.
También hay otra clasificación del alumnado, es burda pero muy entendible: “quien puede” y “quien no puede”. Antiguamente se decía. “A quien natura no da, Salamanca no presta” pero ya no es así, pues como hemos dicho, el sistema educativo ofrece todo tipo de posibilidades, la igualdad de oportunidades es real en la España del siglo XXI. Poder o no poder, en principio, pudiera parecer definitivo en cuanto a las oportunidades de conseguir los propios objetivos, sin embargo no es tan determinante como la voluntad de querer o no querer hacer el esfuerzo. Por ejemplo, para quien “no puede”, las oportunidades que ofrece el sistema son muchas y siempre hay algún modo de conseguir el objetivo aunque sea parcialmente, lo que proporcionará una gratificante sensación de éxito. Todos conocemos a personas que con mucho esfuerzo han conseguido hacerse un hueco en la sociedad y ser felices desarrollando su proyecto personal y profesional, en cambio, quien no quiere hacer el esfuerzo, por mucho que pueda…, no, no conseguirá sus objetivos ni sentirse realizado ni feliz.
No hay sitio para quienes no se esfuerzan
Querer y poder, esa es la cuestión parafraseando al ilustre escritor. En el sistema productivo actual no hay sitio para quienes no quieren hacer el esfuerzo y por más que quienes estamos cerca de ellos se lo digamos, no quieren hacer caso. Porque a la vez, el sistema social y los medios de comunicación nos presentan un mundo fácil, donde parece que ser famoso por unas horas es tener éxito, donde parece que ganar dinero proporciona satisfacción, donde por ejemplo, llaman cantante o músico a quien nunca vio una partitura o actor a quien nunca memorizó un texto o supo de la existencia del teatro como género literario.
Parecer, parecer y parecer, es el verbo que he empleado porque lo que “parece” no tiene porqué “ser”, parecer es aparentar, es la cáscara, el ser e lo que hay dentro. Cualquier estudio que trate de la empleabilidad en el futuro más inmediato nos presenta un panorama donde la especialización será una de las claves para encontrar trabajo y no solo eso, sino que esta especialización deberá ir unida a una formación amplia, basada en habilidades complementarias como idiomas, conocimiento en tecnología, habilidad para trabajar en equipo y competencias emocionales para superar la frustración y dominar el autocontrol en situaciones de estrés. Sin embargo, esa información no llega de forma masiva a nuestros jóvenes, ¿podemos hablar de que se les está engañando?, ¿hay personas y/o poderes manejando intencionalmente estos hilos para que esta situación siga así? Yo no lo sé.
Solo considero, como orientadora veterana tras muchos años viendo repetirse estos modelos que nuestro mundo se encamina hacia un mundo cada vez más desigual. Un mundo donde solo unos pocos tendrán el poder, el poder que genera el conocimiento, la información, la cultura y la capacidad ejecutiva y crítica. Personas que podrán manipular a quienes no hicieron el esfuerzo de formarse porque no serán capaces de “ver” más allá de lo que “parece” y que se conformarán con un plato de comida y una pantalla, con un mundo de apariencia donde incluso creerán que no podían haber hecho nada más por conseguir su proyecto, sin darse cuenta de que en sus años de formación lo dejaron escapar.
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