La inteligencia artificial ha llegado para quedarse y esto no es discutible. Sin embargo, el paso siguiente es el que sigue siendo controvertido o puesto en duda por algunos expertos en inteligencia artificial. El debate radica en si somos realmente capaces de dotar a las máquinas, robots u otras inteligencias artificiales de componentes más humanos, y esto es justamente lo que separa al humano de la máquina: la capacidad de sentir.
Con esta idea futurista y como ya recogimos en este post reciente, la startup alicantina Aisoy, especializada en ingeniería robótica e inteligencia artificial que echó a andar hace ya 9 años, ha puesto a la venta a su robot Aisoy 1 Kik. Su objetivo es revolucionar el ámbito educativo y sanitario casi al mismo tiempo: la aplicación concreta de este robot es la de dar cobertura a personas del espectro autista y de déficit de atención con o sin hiperactividad.
Robots con inteligencia emocional
Lo que se denomina ya como computación afectiva está en pleno auge y el ejemplo de Aisoy es un proyecto en el que las máquinas simulan tener la conocida “inteligencia emocional”, que es lo que le permite reconocer e interpretar emociones en este caso de los humanos con el objetivo de tomar decisiones. Entonces, ¿qué le hace especial a este robot para ser de ayuda a estos niños con características especiales?
Según estas declaraciones del responsable de Aisoy, José Manuel del Río: “el robot facilita el acercamiento a niños a los que es difícil acceder emocionalmente”. Y es que para ubicarnos, tanto los Trastornos del Espectro Autista (TEA), como los de por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad se han multiplicado en los últimos años. Para ser más exactos, el número de casos de autismo en España crece a razón de 1 por cada 67 nacimientos, según se afirma en esta noticia de elmundo.es, que además, si se compara el ratio con respecto al obtenido hace una década se tiene que ha aumentado considerablemente el número de casos, ya que hace diez años la relación era de 1 por cada 1.000 nacimientos.
Ahora bien, conviene resaltar que a ambos trastornos les queda un largo camino por recorrer, ya que la comunidad científica desconoce aún las causas concretas de estas diferencias neurobiológicas entre los niños que están dentro del espectro, y los que no lo están.
Una razón que explique este hecho pueden ser las pruebas de diagnóstico, que cada vez son más fidedignas y eficaces tanto en la detección como en sus posibles tratamientos. Este no deja de ser un ejemplo de cómo la inteligencia artificial actúa como guía, eso sí, de la mano aún de un terapeuta.
El hecho actual y prácticamente indudable es que la inteligencia artificial en sus versiones fuerte y débil como se explica en esta guía especializada está haciendo revolucionar a pasos agigantados sectores como el de la salud y la educación. Entonces: ¿Podrán soñar algún día los robots con sus experiencias personales? En caso de alcanzar este punto de prácticamente no retorno podríamos decir que la diferencia entre lo humano y lo robótico se tornará ya del todo completamente difusa.