La edición de este año del Monitor de la Educación y la Formación de la Comisión muestra los avances realizados para cumplir importantes objetivos de la UE, pero también destaca que los Estados miembros deben hacer que sus sistemas educativos sean más adecuados e inclusivos, en particular en lo que se refiere a la integración de los refugiados y los migrantes recién llegados.
Europa depende de sistemas educativos eficaces para dotar a los jóvenes de las capacidades necesarias para construir su vida como ciudadanos y desarrollar sus carreras profesionales. Las escuelas, las universidades y las instituciones de formación profesional son la base del crecimiento, el empleo, la innovación y la cohesión social. En la edición de 2016 de su Monitor de la Educación y la Formación, publicada hoy, la Comisión Europea analiza el estado de la Unión Europea y los sistemas nacionales y pone de manifiesto que los Estados miembros se enfrentan a la doble tarea de garantizar una adecuada inversión financiera y ofrecer una educación de gran calidad a los jóvenes de todos los orígenes, incluidos los refugiados y los migrantes.
La Comisión apoya a los Estados miembros en la reforma y mejora de sus sistemas educativos mediante la cooperación entre políticas, la evaluación comparativa y la financiación de programas como Erasmus+. El Monitor constituye una parte central de esta tarea. Mediante la presentación de una gran variedad de medidas que se han puesto a prueba en la práctica y el fomento del diálogo, ayuda a los Estados miembros a impulsar mejoras en sus propios sistemas educativos.
En lo que respecta a la inversión en educación, los datos más recientes del Monitor (2014) revelan que, después de tres años consecutivos de contracción, el gasto público destinado a la educación en la UE vuelve a crecer. A escala de la UE, la inversión pública en educación creció en un promedio anual del 1,1 %. Aproximadamente dos tercios de los Estados miembros registraron un aumento. En seis países, este aumento fue superior al 5 % (Bulgaria, Hungría, Letonia, Malta, Rumanía y Eslovaquia). En cambio, diez Estados miembros redujeron el gasto en educación en 2014 con respecto a 2013 (Austria, Bélgica, Croacia, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Italia, Lituania y Eslovenia).
Al mismo tiempo, es necesario seguir esforzándose para que los sistemas educativos sean más inclusivos. La educación es un potente motor para la integración de los jóvenes de origen inmigrante. Sin embargo, los resultados de estos jóvenes siguen siendo peores que los de los residentes nativos. En 2015, su tasa de abandono escolar prematuro fue superior (19 %) y su tasa de titulados en educación terciaria fue inferior (36,4 %) a las de la población nativa (un 10,1 % y un 39,4 %, respectivamente).
Todo ello apunta a la necesidad de que los Estados miembros redoblen sus esfuerzos, sobre todo teniendo en cuenta el aumento del número de refugiados y migrantes que vienen a la UE (1,25 millones en 2015, frente a 400 000 en 2013). Alrededor del 30 % de las personas recién llegadas son menores de dieciocho años y la mayoría tienen menos de treinta y cuatro años. Dada su corta edad, la educación es un instrumento muy poderoso para promover su integración en la sociedad.
Como pone de manifiesto el Monitor, varios Estados miembros están trabajando para hacer frente a estas cuestiones. El informe destaca una serie de medidas, que van desde un importante apoyo presupuestario a acciones específicas e innovadoras para paliar las carencias de capacidades. Por ejemplo, Austria ha establecido clases de transición en los centros de formación profesional y en la educación general. Alemania está debatiendo la contratación de más de 40 000 profesores y de miles de trabajadores sociales para respaldar la creación de unas 300 000 plazas nuevas en su sistema educativo, desde la educación infantil y la atención a la infancia hasta la formación profesional. Suecia ha reformado las normas sobre la acogida y la escolarización de los alumnos recién llegados y ha establecido un sistema de evaluación temprana de las capacidades (en los dos meses siguientes a su llegada a las escuelas). Finlandia ha impulsado el apoyo financiero a los municipios para que organicen clases preparatorias. Francia tiene previsto poner en marcha el programa «la apertura de los centros escolares a los padres para que la integración sea un éxito», entre otras iniciativas; y Bélgica ha aumentado la capacidad de las aulas de acogida y el número de profesores de idiomas.