El liderazgo educativo en el contexto escolar ya no es una cuestión personal sino de equipo y comunidad. Los líderes que se conocen bien, que gozan de alta autoestima, que poseen un alto control emocional, que se muestran entusiastas, motivados, que conocen a los miembros de la comunidad educativa y que los valoran y, además, se lo dicen, son quienes mejores competencias de liderazgo desarrollan. El papel de liderazgo en la escuela moderna es un rol compartido, flexible y centrado en el aspecto pedagógico
El papel del liderazgo en las organizaciones ha cambiado profundamente en las últimas décadas. Hasta los años ochenta del pasado siglo, el papel del líder se reducía a controlar y supervisar todo lo que ocurría en la organización, por lo que sus competencias eran claras, específicas, objetivas e incluso poco complejas. Pero su papel era suficiente, ya que los cambios se producían de forma lenta y gradual. Sin embargo, actualmente vivimos en un mundo totalmente acelerado. “Ahora mismo, la velocidad y la proporción de dichos cambios exige de sus líderes competencias más dinámicas y flexibilidad para adquirir otras nuevas”, explica Begoña Gros, profesora de la Universidad de Barcelona, en su informe “El liderazgo educativo en el contexto del centro escolar”. Por tanto, en la actualidad el papel del líder se convierte en pieza fundamental para obtener resultados competentes en toda organización.
Y en un mundo sumido en el cambio constante, el entorno educativo no puede quedar atrás. Por eso los centros necesitan líderes carismáticos, pero a la vez corresponsables para saber delegar en los otros actores que intervienen en los centros: profesores, orientadores, alumnos y familias. Debe ser el guía que conforme un proyecto basado en el aprendizaje de calidad, basado en las exigencias de la sociedad del conocimiento y que atienda a los alumnos y sus familias, las cuales son cada vez más diversas. Por ende, desde hace unos años los centros educativos han evolucionado desde el liderazgo unipersonal a un planteamiento basado en un liderazgo sistémico y complejo, mucho más compartido. Actualmente, ejercer liderazgo significa orientar y motivar tanto a los alumnos como al resto de profesorado.
Un liderazgo colegiado
En verdad, se habla muy poco del liderazgo en los centros educativos, tal vez porque se asocia más al mundo empresarial o deportivo. Sin embargo, a la hora de plantear la eficacia y la calidad de la educación se suele considerar el liderazgo como uno de los factores clave. Y aunque los expertos no se ponen de acuerdo en cuál es el mejor rol que debe desempeñar el director de un centro, nadie niega que existen diferencias claras entre el funcionamiento y la satisfacción de un grupo liderado y entre el que tiene ausencia de líder. Su presencia afecta al ambiente y a la cultura de la organización escolar, “y modela el sentido que los miembros del centro educativo dan a su trabajo y su predisposición hacia el cambio y mejora”, explica Mercedes Cuevas, coordinadora del informe “Liderazgo de los directores y calidad de la educación”, impulsado por la Universidad de Granada.
La actualidad demanda líderes caracterizados por su visión de futuro y su capacidad de innovación y gestión de cambios. La época de autoritarismo y burocracia quedó atrás. El liderazgo ha de ser hoy mucho más transformador y visionario. En definitiva, un buen ejercicio del liderazgo en el centro promueve valores comunes, un saber hacer compartido, una cultura docente y organizativo-colaborativa y crea equipo. “Además, un buen liderazgo debe estar acompañado de autoridad auténtica, es decir, de aquella autoridad que emana de las personas con las que trabajas y que la reconocen sin que estén obligadas a ello”, remarca Gros.
Por todo esto, y teniendo en cuenta que los centros educativos son organizaciones complejas, cuesta cree que baste la acción personal de alguien para transformar en positivo las dinámicas de trabajo y educativas de un centro. Por tanto, el cambio y la transformación serán más eficaces y eficientes si el liderazgo del centro, su dirección, no recae solo en una persona. El liderazgo no es una cuestión personal, sino de equipo y comunidad.
¿Se puede enseñar a ser un buen líder?
En las últimas décadas se ha pasado de una visión centrada en los rasgos personales de eficacia, dinamismo y autoridad de los directores, a una definición que está más ligada a la capacidad de aunar voluntades sobre la base de un proyecto común compartido. Por tanto, es muy difícil poder “enseñar” el modelo de liderazgo actual, pues para aprenderlo es necesario experimentarlo y disponer del talento adecuado para que vayan desarrollándose durante todo el proceso directivo. Sin embargo, la organización sí puede apoyar a los futuros líderes en este proceso, facilitándoles aquellos recursos de conocimiento y evaluación que favorezcan a una mejora continua.
Por todo ello y para desarrollar competencias cada vez más complejas en sus líderes, las organizaciones crean e incorporan métodos de formación que se sustentan en principios de orientación, tutoría y acompañamiento, y que pueden responder de una manera más eficaz y eficiente a sus requerimientos.
El Benchmarking: Según la definición de David T. Kearns, Director General de Xerox Corporation «el benchmarking es un proceso sistemático y continuo para evaluar los productos, servicios y procesos de trabajo de las organizaciones reconocidas como las mejores práctica, aquellos competidores más duros». Es decir, el benchmarking consiste en tomar como referencia a los mejores y adaptar sus métodos y sus estrategias, dentro de la legalidad.
El Mentoring: Consiste, fundamentalmente, en aprender de la experiencia de otra persona (el mentor, tutor) que enseña, aconseja, guía y ayuda al aprendiz o discípulo en su desarrollo personal y profesional, invirtiendo tiempo, energía y, sobre todo, aportando conocimientos. La filosofía del mentoring parte de la idea de que todo individuo posee un potencial con capacidad de desarrollo y, a veces, no sabe cómo aplicarlo. El mentor, que posee más conocimientos, habilidades y experiencias, adquiere el papel de guía, canalizador de contactos, impulsor de retos y además estimula el aprendizaje a través de experiencias.
El Coaching: El coaching es un proceso de desarrollo personal a través del cual podemos tomar el control absoluto de nuestra vida y empezar a transformarla. Lo que el coaching ofrece es ayudar a conseguir lo que realmente se quiere. Todo empieza por marcar un plan y, en el momento en que somos plenamente conscientes de nuestra responsabilidad, se consigue el poder de cambiar de vida. La responsabilidad es la capacidad de reaccionar ante una situación, de tomar una decisión y de escoger los pensamientos. Es, en resumen, una experiencia formativa sustentada en la confianza mutua entre tutor y tutorando; un modo de ejercer la orientación, que supone liderazgo y que utiliza técnicas emocionales basadas en la confianza profunda.