El reto de la enseñanza primaria universal como Objetivo del Milenio

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En septiembre de 2000, la Cumbre del Milenio congregó en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, al mayor número de dirigentes mundiales de la historia de la humanidad. En esa fecha de importancia crucial, los representantes de 189 estados miembros de las Naciones Unidas se reunieron para reflexionar acerca del destino común de la humanidad. Todos los países estaban interconectados de manera más amplia y profunda que en cualquier otra época de la historia, y el aceleramiento del proceso de globalización prometía un crecimiento más rápido, así como el aumento de los niveles de vida y nuevas oportunidades.

Sin embargo, las vidas de los ciudadanos de esas naciones eran de índole muy dispar. Mientras algunos estados podían esperar del futuro la prosperidad y la cooperación mundial, otros carecían casi de futuro, ya que sus habitantes se encontraban atrapados en unas condiciones miserables e interminables de pobreza, bajo las repercusiones de los conflictos y de un medio ambiente cada vez más degradado. Unos 1.100 millones de personas estaban obligadas –y aún lo están– a sobrevivir con menos de un dólar al año, y un 30% de ellas eran niños y niñas. Aún hoy en día, e incluso en los países más ricos del mundo, uno de cada seis niños se encuentra por debajo del nivel nacional de pobreza.

Con el propósito de comenzar a dar respuesta a esta crisis humanitaria, los dirigentes que se reunieron en Nueva York elaboraron la Declaración del Milenio, que consistía en una serie de prioridades colectivas en materia de paz y seguridad, lucha contra la pobreza, el medio ambiente y los derechos humanos, que deberían ser alcanzadas antes de 2015. Se trata de medidas imprescindibles para lograr el progreso de la humanidad así como la supervivencia inmediata de una parte importante de la misma. También acordaron que el desarrollo humano resulta fundamental para el progreso social y económico sostenido en todos los países del mundo, y que constituye asimismo un componente importante de la seguridad mundial.

Erradicar el hambre y la pobreza extrema, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna o combatir el VIH o el paludismo eran algunos de aquellos objetivos de desarrollo. Entre ellos, destacaba también el de alcanzar la educación primaria universal. Hoy, alcanzada la fecha prevista, se puede decir que, aunque hay mejoras importantes y se está cerca de alcanzar algunas de las metas planteadas, los objetivos están todavía lejos de conseguirse. De hecho, la ONU ya ha dejado entrever que la fecha de consecución se amplía hasta 2030.

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Objetivo sin cumplir

La Declaración Universal de Derechos Humanos (art.26) señaló que toda persona tiene derecho a la educación, y que la instrucción elemental ha de ser obligatoria y gratuita. Aun así, según los cálculos de 2001, alrededor de 115 millones de niños y niñas en edad escolar primaria, la mayoría niñas, no asistían a la escuela. En 2015, el objetivo sigue lejos de cumplirse.

La educación no es uno más de los Objetivos del Milenio, es el objetivo de los objetivos. Apostar por la educación de calidad es el mejor método para luchar contra la pobreza en el mundo y poner la base para que se puedan cumplir los demás objetivos”. Así de contundente se mostraba el indio Kishore Singh, relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el Derecho a la Educación, en una entrevista concedida al diario El País en diciembre del pasado año. Para Singh, lo peor es que a pesar de los avances registrados durante la última década, muchos países pobres siguen lejos de alcanzar el objetivo. “Y lo peor es que además, esto no es suficiente, ya que habría que aspirar a conseguir una educación secundaria universal, con una formación conectada con la realidad, que tenga un importante componente técnico y profesional que permita a la gente desempeñar un empleo”, añadía en la citada entrevista.

Aun así, se ha alcanzado un progreso importante en el aumento de la matriculación en la escuela primaria desde 1990, en particular desde la adopción en 2000 de los ODM. Sin embargo, en algunos países en desarrollo, muchos niños en edad de recibir educación primaria no asisten a la escuela, y muchos niños que comienzan la escuela primaria no la completan.

El progreso ha sido errático desde 1990. Entre 1990 y 2000, la tasa de matriculación en las regiones en desarrollo aumentó de 80% a solo 83%. Después del año 2000, las mejoras se aceleraron y la tasa neta ajustada de matriculación en la educación primaria alcanzó el 90% en 2007. Después de 2007, el progreso se estancó. La tasa de matriculación no ha aumentado de manera significativa y las proyecciones basadas en la extrapolación de tendencias entre 2007 y 2012 indican que casi uno de cada diez niños en edad de recibir educación primaria continúa sin asistir a la escuela en 2015.

Con frecuencia se utiliza un umbral de al menos 97% para determinar si se ha logrado la matriculación universal. Con base en este umbral, la matriculación para la educación primaria es ahora universal o casi universal en Asia oriental y África septentrional. En todas las demás regiones menos África subsahariana se está cerca de alcanzar este umbral.

África subsahariana enfrenta desafíos abrumadores. Entre estos se encuentran el rápido crecimiento de la población en edad de recibir educación primaria (que ha aumentado un 86% entre 1990 y 2015), los altos niveles de pobreza, conflictos armados y otras situaciones de emergencia. Sin embargo, esta región del continente africano ha realizado el mayor progreso en la matriculación de niños en la escuela primaria entre todas las regiones en desarrollo. Su tasa de matriculación creció de 52% en 1990 a 78% en 2012. En números absolutos, la matriculación en la región se ha duplicado en el curso de este período, de 62 millones de niños a 149 millones.

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Más niños van a la escuela

La cantidad global de niños que no asiste a la escuela se ha reducido considerablemente desde 1990, aunque el ritmo de mejora ha sido insuficiente para alcanzar la matriculación primaria universal para el año 2015. En la actualidad, se estima que 59 millones de niños en edad de recibir educación primaria no asisten a la escuela. De estos, 33 millones se encuentran en África subsahariana y más de la mitad (55%) son niñas. “Esto nos revela que el hecho de nacer en un determinado lugar y no tener recursos económicos condiciona (mucho más que el talento, el esfuero o los méritos personales) la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de millones de niños y niñas”, asegura Jose Manuel Moreno, del Departamento de Estudios e Incidencia de la ONG Entreculturas.

De acuerdo con las estimaciones para 2012, el 43% de los niños que no asisten a la escuela a nivel global nunca lo harán. Sin embargo, las disparidades regionales son grandes. En Asia meridional, aproximadamente el 57% de los niños que no asisten a la escuela no lo harán jamás; mientras que en África subsahariana la proporción es del 50%. El género también es un factor importante. Casi la mitad de las niñas que no asisten a la escuela (48%) probablemente nunca lo haga, en comparación con el 37% de los niños. Por otra parte, es más probable que los niños abandonen la escuela antes de concluir el ciclo elemental. “El problema del abandono temprano se ha corregido en menor medida y todavía es un reto enorme para muchos países”, explica Moreno. De hecho, la tasa de abandono escolar temprano del 25% se mantiene al mismo nivel desde el año 2000.

En los países afectados por conflictos, la proporción de los niños que no asiste a la escuela aumentó de 30% en 1999 a 36% en 2012. Esta preocupante tendencia es particularmente fuerte en África septentrional (donde la proporción aumentó de 28% a 49%) y en Asia meridional (de 21% a 42%). En muchos casos, estas estimaciones no reflejan brotes de conflicto relativamente recientes. Por ejemplo, en Asia occidental, el actual conflicto en Siria ha tenido un impacto devastador en la educación de los niños. Los datos del Ministerio de Educación Sirio indican que las tasas de matriculación han caído en 34 puntos porcentuales desde el primer grado hasta el duodécimo grado en el año escolar que finalizó en el 2013. Entre los niños sirios refugiados en el Líbano que están en edad de recibir educación primaria o del primer ciclo de enseñanza secundaria (6 a 14 años), la tasa de matriculación se estima alrededor del 12%.